Actualmente, las redes sociales son parte de nuestro día a día. Es raro el momento en que dejamos de utilizarlas; al menos una vez al día entramos a Facebook, Instagram o TikTok para ver las novedades o los mensajes que nos han llegado, etc. Sin embargo, no notamos que cada vez que entramos y nos sometemos a esa lluvia de publicaciones y comentarios, se introduce una idea inconsciente en nuestra cabeza.
Por ejemplo, ¿les ha pasado que de algún tema en específico no tienen ni una sola opinión, ni siquiera les pasaba por la cabeza, pero al verlo en redes y mientras más el algoritmo les lanzaba información sobre el tema, uno iba absorbiendo la postura de lo que estaba viendo? Esa es la gran trampa de las redes: están programadas para mantener la atención de los usuarios sin considerar su salud mental, todo por dinero. Las redes permiten que las agencias publicitarias nos invadan indirectamente con sus productos y que los temas más controversiales nos abrumen, aunque no estén dentro de nuestro círculo. ¿Para qué? Para que terminemos deprimiéndonos, sintiéndonos mal con nosotros mismos.
¿Por qué? Porque una persona deprimida que solo quiere escapar de su realidad es el mejor comprador que existe. Al querer escapar, gasta y gasta para obtener experiencias que lo mantengan fuera de su realidad, y así la rueda del sistema se hace más grande y nos somete más y más.
Para finalizar, espero que esto te haga reflexionar y autoanalizarte. Pregúntate cuánto de lo que piensas es causado por lo que ves en las redes, cuánto de lo que sientes es causado por ellas. Te invito a que, de vez en cuando, las dejes un par de días hasta que tu mente se purifique. Claro, vuelve a usarlas, pero cada vez que sientas que tus pensamientos e ideas están polarizados y sientas esa tristeza o rabia que intentan causarnos, te invito a que te despegues de esas redes y mejor convivas con tu entorno, contigo mismo, con la naturaleza. Lee y sigue cuestionándote.
Nunca caigan ante este sistema.
Atentamente, un hombre semidespierto 🙂